Jamás hubiera imaginado que mi propio tratamiento de ortodoncia me llevaría hacia el camino de mi destino profesional. Si bien, cuando aún era adolescente, mi genética e historia de vida me obligaron a usar brackets, no puedo quejarme, fue una época en el que surgió un boom de los tratamientos de ortodoncia, y una gran mayoría los usaba en secundaria y prepa.
Mi ortodontista me explicaba a detalle los procedimientos que realizaba, no recuerdo bien su apellido, pero recuerdo que llamaba mucho mi atención su relato, en cada cita aprendía algo nuevo y lo comprendía mejor. Con el paso de los años, llegó el momento de la elección de carrera y no dude en inclinarme por las propias del área de la salud, el área 2. La asistencia a ferias de orientación impartidas en la UNAM, me ayudaron para reafirmar que en la odontología encontré mi pasión profesional.
Conversar con pasantes, escuchar conferencias y cubrir el perfil no hacían más que abrir mis expectativas sobre la carrera: me apasioné por conocer sobre las distintas ramas de la odontología, de cómo la boca es una de las partes del cuerpo más compleja, de las distintas restauraciones que puede tener una pieza dental y de lo amplio del campo de trabajo.
Encontré cabida en la odontología pediátrica y mi objetivo ahora será diagnosticar eficaz y oportunamente la problemática en la salud bucal del paciente pediátrico. Manejando un comportamiento adecuado para tener una consulta satisfactoria y generar siempre una estancia agradable.